MIGUEL DE RUS Y MANUEL CORTES / CASTELO BRANCO CAMILO / PARDO BAZAN, EMILIA / PESSOA FERNANDO / SAINT EXUPERY,ANTOINE DE
Lisboa tiene mil caras; es ante todo una ciudad literaria, el recuerdo del café al que iba Pessoa, las calles por las que pasaron Eça de Queiroz, Saramago, Castelo Branco..
Lisboa es el recuerdo de la Revolución de los Claveles y de la canción Grândola, Vila Morena, en la voz de José Afonso; para otros, el nombre de la ciudad tiene reminiscencia de los fados de Amalia Rodrigues; para muchos es la ciudad antigua, como rescatada del pasado, sus calles empedradas, o el Tajo. Pero Lisboa es ante todo una ciudad literaria, el recuerdo del café A Brasileira al que iba Pessoa, las calles por las que anduvieron Eça de Queiroz, Saramago o Castelo Branco.
En las páginas de esta antología nos encontramos con ellos y con el bar Ginjinha Espinheira, con la plaza del Rossio, la del Comercio o la de Pombal, el Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belém, el Monumento a los Descubrimientos, los puentes 25 de abril y Vasco de Gama, e indispensable, el Castillo de San Jorge. Pero en Lisboa siempre lo más importante es el entorno, no un edificio u otro, sino el ambiente, su luz, la gente que pasea, el empedrado del suelo, la calçada portuguesa hecha con piedras irregulares. Lisboa fue cabeza de un imperio, pero también la ciudad destrozada por el más terrible terremoto, el que cambió el mundo e hizo dudar a los intelectuales de la existencia de un dios que lo controlara todo. Los autores buscan en cada relato la Lisboa histórica y no la hallan, porque Lisboa es inaprensible y nos devuelve en realidad una imagen de nosotros mismos. Hay ciudades que existen, otras son el reflejo del alma del espectador: Lisboa es de éstas últimas, y así queda reflejado en los relatos aquí reunidos.